Existe una falsa creencia de que hay ríos subterráneos que hay que localizar para poder sacar agua
Seguramente el motivo se remonte a la época en la que los zahoríes hablaban de corrientes o tal vez por pensar que en el subsuelo se desplaza el agua de la misma forma que en superficie.
La realidad es que, aunque en algún caso como hablaremos más adelante se puede dar la circunstancia de un río de agua subterránea, en la mayoría de los casos no es así como se encuentra el agua subterránea.
Cómo se encuentra el agua subterránea
La mayor parte de los acuíferos son capas permeables que, dicho de forma coloquial, son capas donde existen agujeritos y se puede almacenar el agua. Por hacer un símil, sería como una gran esponja húmeda que queremos perforar para sacar su agua. Entonces, más que un río subterráneo, la mayor parte del agua subterránea se encuentra en una especie de embalses subterráneos. Si de esos acuíferos sacamos más agua de la que le llega por infiltración de la lluvia su nivel ira bajando hasta agotarse, es por esto por lo que en muchos lugares los antiguos pozos se han tenido que sustituir por pozos más profundos.
Ríos subterráneos
Alguien me dirá «yo he visitado cuevas o visto fotos de ríos subterráneos» y yo tendré que responderle «efectivamente, existen materiales, como por ejemplo las calizas, que por Karstificación se forman grandes cuevas por donde pueden correr ríos subterráneos». Pero, en proporción a la forma habitual en la que encontramos el agua subterránea, son una excepción.
Otros acuíferos subterráneos
También encontramos agua subterránea en rocas ígneas o metamórficas, tipo granitos o gneises. Los acuíferos están asociados a fracturas y, aunque en este medio los acuíferos no son ríos subterráneos, éstos sí que tienen forma lineal y podríamos hablar de corrientes tal y como comentan los zahoríes.
En definitiva…
El subsuelo es un mundo mucho más complejo que la existencia de ríos subterráneos. Es por eso por lo que sin un estudio minucioso en Hidrogeología y la experiencia de varios años es difícil entender su comportamiento y, por lo tanto, optimizar su aprovechamiento.