Cuando uno revisa los planos hidrogeológicos existentes en el IGME, puede observar las zonas permeables donde existen acuíferos, pero también un montón de extensas áreas catalogadas como impermeables. En estas amplias superficies impermeables, si no nos queremos complicar mucho y obedeciendo escrupulosamente la teoría, podríamos decir que no tienen un gran interés de cara a la localización de aguas subterráneas y, por lo tanto, donde no merece la pena hacer ningún tipo de inversión en el subsuelo.
La dificultad de la localización de las aguas subterráneas en medios impermeables
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Sin embargo, el hombre es persistente, y se ha demostrado como en muchas de estas áreas se han obtenido caudales discretos pero suficientes para abastecer viviendas, ganado e incluso algunos cultivos que no requieren mucha agua. Obviamente, no vamos a poder poner en producción una plantación de remolacha azucarera, pero tiene sus usos…

Muchas de estas zonas impermeables, geológicamente son formaciones ígneas y metamórficas, donde la pequeña permeabilidad que tiene se debe a su fracturación. De esta forma, los sondeos que se realicen, tienen que conectar con esa red de fracturación existente, de lo contrario no tendremos agua. Por este motivo, al situar los sondeos hay que hilar muy fino, o podremos quedarnos a escasos 10 metros del agua. Es de sobra conocido, por multitud de experiencias contrastadas, que en estos medios pueden existir perforaciones realizadas muy juntas, dando una agua y otra no.

Como expertos en localización de aguas subterráneas, estas formaciones son las más complejas para nosotros, y tras años y años situando pozos, no paramos de sorprendernos de la dificultad existente en estas formaciones, donde el agua es escasa y discurre por estrechos caminos. Sin embargo, y a pesar de la dificultad que suponen estos medios, las probabilidades de encontrar agua sin la realización de un estudio, es una lotería muy difícil de ganar.



